xAI espía los equipos personales de sus trabajadores

Llevamos una semana de lo más «interesante» en lo referido a xAI, la tecnológica creada por Elon Musk con la que pretende competir con OpenAI, Google y otras empresas que, durante estos últimos años han sabido hacerse un buen hueco en un mercado que a día de hoy ya es multimillonario, y que promete seguir creciendo de manera sustancial durante los próximos años. Nada nuevo bajo el Sol, ni algo reprochable, intentar aprovechar una oportunidad del mercado es algo plenamente legítimo, aunque en este caso también vaya acompañado del rencor de Musk por no haber podido hacerse con el control de OpenAI.

Como digo, esta semana está siendo bastante reveladora en lo referido a xIA, primero con la noticia que te contábamos anteayer, sobre como Grok 4 había convertido las publicaciones de Musk en la verdad indiscutible (madre mía…), y esta misma mañana, sobre las disculpas que la compañía ha tenido que emitir, tras un desastre de actualización que hizo que, durante casi un día entero, Grok 4 se entregara con pasión a la validación y difusión de fake news, teorías conspiranoicas y, todo tipo de planteamientos encuadrados en la ideología del odio. Normal que, con estas barbaridades de por medio, Musk haya tenido que recurrir a otra de sus compañías, SpaceX, para proporcionar financiación a xAI.

La nueva polémica en torno a xAI llega de la mano de una decisión que ha levantado ampollas entre su plantilla: la imposición de un software de vigilancia en los equipos personales de los empleados. Según documentos internos y testimonios recogidos por Business Insider, la compañía pidió a los tutores encargados de entrenar a Grok que instalaran la aplicación Hubstaff, una herramienta de monitorización que registra el uso de aplicaciones y webs, puede capturar pantallas, movimientos del ratón y pulsaciones de teclas. Todo ello, en ordenadores personales y con fecha límite: el 11 de julio.

Tras la publicación de la información y el consiguiente contacto de Business Insider, xAI matizó la política, permitiendo a quienes hubieran solicitado un portátil de empresa esperar a recibirlo antes de instalar el software. Sin embargo, quedó en el aire si quienes ya lo hubieran instalado o comprado un nuevo equipo podrían acogerse a ese mismo cambio. La medida, no obstante, ya había tenido consecuencias: al menos un trabajador comunicó públicamente su dimisión en Slack, calificando la decisión de «vigilancia disfrazada de productividad» y «manipulación enmascarada de cultura corporativa».

xAI espía los equipos personales de sus trabajadores

Imagen: Hubstaff

Desde xAI se argumenta que esta monitorización se limita al horario laboral y que su propósito es mejorar los flujos de trabajo, evaluar el desempeño de los tutores y alinear los recursos con las prioridades de entrenamiento de datos humanos. No obstante, los detalles del despliegue han dejado muchas dudas sin resolver, especialmente en lo referido al uso de ordenadores personales y a la falta de alternativas reales para quienes se sintieron incómodos con la decisión. Como solución parcial, se propuso usar el estipendio mensual de 50 dólares que xAI ofrece para adquirir un equipo dedicado o, en su defecto, crear un perfil de usuario separado en el mismo equipo.

El uso de herramientas como Hubstaff no es exclusivo de xAI. Otras empresas del sector, como Scale AI, también han empleado este tipo de soluciones para monitorizar a su personal, aunque con fines, según dicen, más orientados a la trazabilidad de las horas trabajadas. Sea como fuere, expertos legales consultados por el medio estadounidense advierten que prácticas como esta rozan los límites de la legalidad, sobre todo cuando no se proporcionan alternativas o compensaciones adecuadas. En California, estado donde xAI tiene su sede, las leyes de protección al trabajador son especialmente estrictas, pero buena parte de la plantilla opera de forma remota desde otros territorios con marcos legales diferentes.

Que esta crisis de privacidad llegue justo después del bochorno público de Grok no hace sino acentuar la percepción de que xAI está improvisando en aspectos clave de su operativa. La cascada de problemas —entre ellos, el uso de los tuits de Elon Musk como fuente preferente de verdad para la IA, el reciente estallido de respuestas ofensivas tras una actualización fallida y ahora esta vigilancia impuesta— empieza a configurar un patrón preocupante. Lo que en otras empresas sería motivo de alarma, aquí parece formar parte del día a día. Y si algo demuestra esta sucesión de incidentes, es que quizá el problema no sea la inteligencia artificial, sino la humana. O, para ser más exactos, el severo déficit de la misma en quienes toman las decisiones clave.

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