Hubo un tiempo en que la ciencia ficción nos hizo soñar con una criatura imposible: el Babel Fish de La guía del autoestopista galáctico, un pequeño ser que, al introducirse en el oído, nos permitía comprender cualquier idioma hablado en el universo. Una metáfora brillante de la comunicación sin barreras que, con los avances actuales en inteligencia artificial, parecía empezar a convertirse en realidad. Los nuevos AirPods Pro 3 de Apple, presentados como una de las grandes sorpresas del evento de esta misma semana, prometían precisamente eso: traducción en vivo y sin necesidad de intermediarios.
Sin embargo, el sueño se ha topado con una limitación muy concreta. Apple ha confirmado en su web de soporte que la función de traducción en vivo no estará disponible en la Unión Europea, siempre que tanto la ubicación del usuario como la región de su cuenta estén registradas dentro del territorio comunitario. En otras palabras, quienes adquieran los AirPods Pro 3 en Europa no podrán acceder a una de sus funciones estrella, mientras que en Estados Unidos, Latinoamérica y buena parte de Asia sí estará plenamente operativa.
La decisión tiene un calado especial porque la traducción en vivo se presentó como uno de los mayores atractivos de esta nueva generación de auriculares. Era, en cierto modo, la función llamada a marcar diferencias frente a los AirPods anteriores y frente a la competencia. Que Europa quede al margen no es un detalle menor: supone que los usuarios de la región, pese a pagar lo mismo por el dispositivo, verán limitada su experiencia con respecto a quienes lo compren en otros mercados.
Apple no ha ofrecido una explicación oficial, pero todo apunta a que la medida responde al marco regulatorio europeo, especialmente en lo relativo a privacidad y tratamiento de datos bajo el paraguas del Reglamento de Servicios Digitales (DSA) y de la Ley de Mercados Digitales (DMA). No es la primera vez que una gran tecnológica se ve obligada a recortar funciones para adaptarse a la normativa comunitaria, pero sí es llamativo que ocurra con una característica tan publicitada.
El contexto no ayuda. Esta mañana hablábamos sobre los problemas de Apple con la inteligencia artificial, al ver cómo directivos clave abandonan la compañía. Ahora, esta limitación a los AirPods Pro 3 refuerza la sensación de que la estrategia de la compañía en torno a la IA se tambalea, atrapada entre promesas incumplidas, expectativas crecientes y, en el caso europeo, unos marcos regulatorios cada vez más complejos.
Mientras tanto, en mercados como Estados Unidos o Japón, los usuarios podrán utilizar sin restricciones la traducción en vivo, lo que acentúa la sensación de un agravio comparativo. La misma tecnología que en un país simboliza el futuro de la comunicación, en otro se ve bloqueada por barreras legales. Esta diferencia de trato, además, alimenta el debate sobre si la UE protege a los consumidores o, en ocasiones, los priva de innovaciones que otros ya disfrutan.
Quizá el Babel Fish de Douglas Adams siga siendo, de momento, una utopía literaria. Pero lo que este episodio nos recuerda es que la tecnología nunca viaja sola: depende tanto de avances técnicos como de regulaciones, estrategias de negocio y contextos culturales. Y así, lo que parecía el paso definitivo hacia la traducción universal queda en suspenso en Europa, dejándonos una vez más con la sensación de que el futuro no llega al mismo tiempo a todas partes.
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