¿Qué está pasando con WeTransfer?

Un gesto mal explicado puede levantar una tormenta. En una era donde la confianza digital pende de un hilo, WeTransfer ha aprendido por las malas cuán sensible es todo lo que rodea a la inteligencia artificial y los datos personales. Todo comenzó con un cambio en los términos de uso. Lo que parecía un simple ajuste legal ha acabado sembrando la duda en miles de creativos, ilustradores y profesionales que, hasta ahora, veían en esta plataforma una herramienta fiable para compartir su trabajo sin sobresaltos. Ha bastado con una cláusula ambigua para despertar la sospecha de que, tal vez, sus archivos podrían estar alimentando alguna IA sin su consentimiento.

La modificación de los términos, realizada entre finales de junio y mediados de julio de 2025, incluía una frase que hablaba de usar el contenido “para mejorar el rendimiento de modelos de aprendizaje automático que optimicen nuestro proceso de moderación de contenido”. En paralelo, se detallaba que WeTransfer se reservaba el derecho de “reproducir, distribuir, modificar o mostrar públicamente” los archivos subidos a su plataforma. Aunque en un contexto técnico y legal eso puede tener sentido operativo —por ejemplo, para garantizar que los archivos puedan visualizarse correctamente—, muchos usuarios interpretaron que la empresa se estaba dando permiso para compartir o incluso vender sus trabajos a empresas de inteligencia artificial.

La reacción no tardó en desatarse en redes sociales. Ilustradores, actores de doblaje y otros perfiles vinculados al mundo creativo expresaron su preocupación. Algunos incluso comenzaron a buscar alternativas más transparentes, mientras advertían a sus colegas sobre el posible riesgo de utilizar WeTransfer. Para muchos, la idea de que sus obras pudieran acabar siendo usadas para entrenar modelos de IA, sin su conocimiento o control, era lógicamente inaceptable. No se trataba solo de un asunto técnico, sino de algo mucho más profundo: la apropiación no consentida del esfuerzo creativo individual en un contexto donde el uso ético de la inteligencia artificial aún está en construcción.

Frente a esta creciente ola de desconfianza, WeTransfer ha salido al paso con una aclaración contundente. En declaraciones a la BBC, un portavoz de la compañía ha asegurado que “no usamos aprendizaje automático ni ningún tipo de inteligencia artificial para procesar el contenido compartido en WeTransfer, ni vendemos contenido o datos a terceros”. Según explican, la cláusula se añadió con el único objetivo de habilitar el uso de IA para moderar contenido potencialmente dañino —por ejemplo, material ilegal o sensible—, y en ningún caso para entrenar modelos con los archivos de los usuarios. Como parte de este ejercicio de transparencia, la empresa ha reescrito la cláusula en cuestión para hacerla “más clara y comprensible”, y entrará en vigor el próximo 8 de agosto.

¿Qué está pasando con WeTransfer?

El nuevo texto indica que los usuarios otorgan a WeTransfer una licencia “libre de derechos para usar su contenido con el fin de operar, desarrollar y mejorar el servicio, todo conforme a nuestra Política de Privacidad y Cookies”. Aun así, el gesto no ha sido suficiente para disipar del todo las dudas. Al igual que ocurrió con Dropbox a finales de 2023 —cuando también tuvo que aclarar que no usaba archivos para entrenar IA tras otra oleada de críticas—, la situación refleja una desconfianza creciente hacia las tecnológicas. No basta con declarar buenas intenciones: en tiempos de IA, los usuarios exigen garantías y explicaciones en un lenguaje que puedan comprender sin necesidad de consultar a un abogado.

Este episodio pone de relieve un problema de fondo: la falta de transparencia y comprensión en torno a los términos de uso de los servicios digitales. Muchos usuarios aceptan estos documentos sin leerlos, confiando en que las empresas actuarán con responsabilidad. Pero cuando esa confianza se ve amenazada, la reacción suele ser rápida e implacable. La abogada especialista en protección de datos Mona Schroedel lo resumía así: “Todas las empresas quieren aprovechar el auge de la IA, y lo que más necesita la IA son datos”. Por eso, incluso un simple matiz en una política puede ser visto como una puerta trasera hacia un uso cuestionable del contenido.

En el fondo, esta historia habla menos de inteligencia artificial y más de confianza. Un matiz mal planteado, una frase ambigua, y la percepción pública se transforma. WeTransfer no ha entrenado a su IA con nuestros archivos, pero el daño ya estaba hecho. La pregunta ahora es si bastará con aclararlo… o si, como tantas veces, la duda ya ha hecho raíces.

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